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límites entre San Miguel de Allende, Apaseo el Grande y Comonfort [5]. Hacía el lado de Neutla se
sabe que entre octubre y noviembre de 1926 en Rincón de Centeno, que por cierto pertenecía a la
vicaría de Neutla, ocurrió un levantamiento armado, quienes al grito de ¡Viva Cristo Rey! y ¡Viva
Gallegos! se reconocían como seguidores del movimiento que encabezaba este general retirado del
Ejército Federal.
Tal era la situación que se vivía en esos años y Neutla no escapó al cierre del templo, a la
suspensión del culto en la parroquia de Santiago Apóstol y a que su sacerdote fuese perseguido por
las autoridades de la Secretaría de Gobernación o por grupos de militares que rondaban en la región,
pero también hay que decir que los pobladores de Neutla, debido a su relativa lejanía gozaron de
ciertas libertades religiosas que en los pueblos más grandes o más cercanos a los caminos más
transitados no tuvieron.
En julio de 1926 estaba encargado de la vicaría fija de Neutla el presbítero Camilo Rendón; este
sacerdote no duró mucho más tiempo en este pueblo, debido seguramente al cambio de encargados
de parroquias y vicarías que hicieron en el arzobispado de Michoacán, para de alguna manera
proteger a los sacerdotes. En septiembre de 1926 llegó a ocuparse de esa jurisdicción eclesiástica el
presbítero José Guillén, quien tuvo que enfrentarse con las dificultades de suspender el culto en el
templo de Santiago Apóstol, por lo que las celebraciones las realizaba en las casas de los vecinos
[6].
Relata don J. Ascención Franco que según las pláticas de
su madre, la señora Agustina Suaste, miembro muy activa
de la Orden Franciscana Tercera, un día llegó un grupo de
militares al pueblo, asustado, el padre José Guillén buscó
escondite entre los vecinos, hallándolo en la casa de don
Lorenzo Martínez, de oficio panadero, sin embargo esto no
le valió pues alguien dio aviso a los soldados de que habían
visto al padre Guillén esconderse en la casa de don Lorenzo.
Hacía allí se dirigieron y viendo que era inminente la
captura del sacerdote, don Lorenzo lo disfrazó rápidamente
de su ayudante, le colocó ropas enharinadas y un mandil de
panadero y lo puso a amasar, simulando que era su
trabajador. Los soldados buscaron por toda la casa y no
pudieron encontrar al religioso, pues en ese lugar sólo estaba Presbítero Zeferino Gutiérrez.
la familia y el ayudante de la panadería [7]. Relatos como Imagen tomada de: Franco Suaste,
este han sido considerados como un milagro por muchos Mateo, Neutla y algo más, edición del
fieles católicos, que observan la acción de la Providencia en autor, México, 2010, p. 49.
la salvación de sacerdotes; más allá de lo que cada quien
pueda creer hay que considerar el hecho social y cultural de que en situaciones de conflicto y
peligro las personas suelen atribuir cualidades sobrenaturales o milagrosas a ciertos acontecimientos
o personajes (como en la leyenda de los soldados que dispararon a Santiago Apóstol en 1916 sin
lograr darle un solo tiro porque éste se movía).
José Guillén fue cambiado a otra parroquia en diciembre de 1927 y ocupó su lugar el sacerdote
Zeferino Gutiérrez quien tuvo que estar escondiéndose en las comunidades, haciendas y rancherías
de la jurisdicción. En los registros parroquiales se puede observar esta situación, pues algunas veces
estuvo casando en Palmillas de San Juan, Morales, Nopalera, Arias y La Laguna [8]. Además en la
Crónica de la Orden Tercera Franciscana, localizada en el Archivo Parroquial de Santiago Apóstol
se menciona lo siguiente sobre este sacerdote “años amargos vivió este gran sacerdote pues en plena
persecución religiosa le tocó estar con los nuestros, no dormía en casa, el templo estaba cerrado,
decía o celebraba la santa misa en casas particulares a tempranas horas, bautizaba, casaba,
confesaba y demás a escondidas…” [9]. La presencia de este sacerdote en la comunidad generó una
leyenda, un acontecimiento milagroso que aún recuerdan algunos habitantes cercanos a Landín.
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