Page 15 - Boletin-8
P. 15
Anécdotas e historias de la persecución religiosa en Neutla
Carlos Francisco Rojas Gómez
Como en casi todas las poblaciones del centro-occidente de México, el municipio de Comonfort no
escapó al conflicto político-social de la década de los 20´s del siglo XX conocido como Cristiada o
Guerra cristera. Se trató de una lucha por el poder social y político entre las elites del gobierno
mexicano y las autoridades eclesiásticas católicas, pero también se trató de una lucha de miles de
mexicanos que defendían sus prácticas y costumbres religiosas, sociales y culturales ante el embate
ideológico de un grupo con el que muy pocos se sentían identificados.
Aunque los orígenes de este conflicto entre el Estado mexicano y la Iglesia católica tienen
antecedentes desde el siglo XIX, es sobre todo con la Revolución mexicana, en el periodo
encabezado por Venustiano Carranza, Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles, que se encuentran
sus antecedentes inmediatos, en esta ocasión no nos detendremos a analizar estas causas y
comenzaremos el relato un año antes del inicio de la Guerra cristera.
En febrero de 1925 un grupo de obreros de la Confederación Revolucionaria de Obreros
Mexicanos (CROM), con beneplácito de Plutarco Elías Calles, entraron en el templo de la Soledad
en la Ciudad de México, irrumpiendo en una celebración y corriendo a los asistentes, declarando
formalmente el establecimiento de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana encabezada por el
sacerdote Joaquín Pérez, mejor conocido como El Patriarca Pérez. Calles declaró que en México
había libertad de creencias y que por lo tanto apoyaba a la nueva iglesia, pero no dijo nada de la
manera en que se apoderaron del templo de la Soledad [1].
Un mes después los católicos organizados en algunas asociaciones conformaron la Liga
Nacional Defensora de la Libertad Religiosa (LNDLR) [2]; intuyendo la situación que se avecinaba,
establecieron comités en gran parte del país, en Comonfort se conformó uno, que estaba a cargo del
señor Ciro Zárate[3], a su vez estos comités tenían grupos en las comunidades, seguramente en
Neutla hubo un grupo de la Liga, esto se puede sugerir en base a las organizaciones católicas que
había en esa vicaría, por ejemplo los vasallos de Cristo Rey, la Orden Tercera, la Vela Perpetua, y
años después la Acción Católica. Fue a partir de esta base que los católicos pudieron prepararse y
responder a las acciones del gobierno revolucionario encabezado por Plutarco Elías Calles.
Una vez que el gobierno anunció la reforma al artículo 130, mejor conocida como Ley Calles
(entró en vigor el 31 de julio de 1926) que estipulaba multas para sacerdotes extranjeros, incluso su
expulsión del país; el cierre de las escuelas confesionales, la prohibición de la vida monástica o en
cualquier comunidad religiosa, por considerar esta forma de vida como un atentado contra la
libertad; las publicaciones religiosas que trataran temas de política nacional, las celebraciones fuera
de los templos, así como el reconocimiento de templos y sus anexos como propiedad de la nación
[4], los católicos se sintieron más amenazados. Como protesta y medida para intentar derogar esta
reglamentación, las asociaciones religiosas y sociales católicas organizadas en torno a la Liga
llevaron a cabo un boicot económico-social que consistía en “vivir como en semana santa”, es decir
se invitaba a consumir lo menos posible, no asistir a fiestas y diversiones públicas, quienes contaran
con servicio de luz eléctrica no usarla, quienes tuvieran auto igualmente, no pagar ningún servicio
público, y además reunir firmas para enviarlas a las Cámaras. A pesar de estas acciones que en la
región centro-occidente del país fueron muy efectivas, Calles no desistió en su reforma por lo que
como medida de protesta el Episcopado mexicano decidió suspender los cultos a partir del día 1 de
agosto, un día después de que entraría en vigor la Ley Calles. Es decir, salvo algunas excepciones,
el gobierno jamás cerró los templos, fueron los propios sacerdotes, por órdenes de sus obispos
quienes dejaron de celebrar en esos lugares y en algunos casos fueron ellos mismos quienes los
cerraron.
Para muchos, ese fue el día de tomar las armas, en otros casos la lucha comenzó los primeros
días de enero de 1927. En el caso de Comonfort sabemos que algunos comonforenses se unieron al
movimiento encabezado por el ex-general Rodolfo Gallegos, que inició en octubre de 1926 en los
15