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una cinta que ostentaba el nombre de su marca, “de Suaste” por el apellido de su dueño, y eran
                  atados  en  manojitos  de  20  piezas,  también  vendían  el  tabaco  en  greña  para  las  personas  que
                  quisieran hacer sus cigarros de hoja. Otras gentes trabajaban la cantera haciendo pilas y destiladeras
                  (filtros de agua), otros más hacían comales y ollas de barro, aparte de los que se dedicaban a la
                  agricultura y a la arriería, pues muchos tenían sus recuas de mulas para acarrear el caolín de las
                  minas o del molino a la estación del tren, pero lo principal de la economía, era su agricultura y el
                  hecho  de  que  toda la  gente  criaba  en  sus  casas animales  domésticos  como  gallinas,    guajolotes,
                  chivas, etc. La producción era de autoconsumo y aún sobraba maíz y frijol para vender fuera. En ese
                  tiempo había agua en abundancia, en la mayoría de las casas tenían un pozo.
                      Con la llegada de la Revolución se acabaron las industrias caseras, ya que Neutla al igual que
                  todo el país sufrió los estragos de esa guerra fratricida que dejó a nuestra patria envuelta en una
                  serie de intrigas que causaron la muerte de miles de mexicanos y la ruina de mucha gente. Neutla no
                  fue  propiamente  un lugar donde se escenificaran  batallas,  más  bien  fue  botín y  guarida  de  unos
                  individuos que se decían revolucionarios. También los soldados carrancistas en ocasiones llegaban
                  a Neutla, y tan rateros eran unos como los otros pues éstos con más prepotencia que los alzados,
                  entraban  a  las  casas  y  le  arrebataban  a  la  gente  sus  animales  o  comida,  además  algunas  veces
                  también se llevaban a las muchachas.
                       Así, de  este  modo  el día  18  de julio  de  1912, cerca de  Neutla  se  enfrentaron  las  fuerzas  del
                  gobierno contra un grupo de rebeldes, encabezados por Simón Beltrán [10].  Un suceso que fue muy
                  comentado y recordado hasta hoy día por la gente de Neutla, es que  en diciembre de 1916 pasó por
                  el  pueblo   el  ex  gobernador  de  Guanajuato  el  Coronel  Dr. José  Siroub,  al  mando  de    numerosa
                  tropa, e instaló su cuartel en la hacienda de Vallejo; sus soldados vagaban por las calles cometiendo
                  toda clase de atropellos y desmanes; otros soldados se metieron a la iglesia con todo y caballos y
                  destrozaron las imágenes de los santos y vírgenes de los altares quedando solo la imagen de Señor
                  Santiago en lo alto del altar, uno de los soldados le dijo a su comandante: “ya nomás quedó ese allá
                  arriba, déjeme bajarlo”.  Pues bájalo, le contestó  su superior, y tomando una escalera empezó a
                  subir, más cuando casi llegaba sintió que todo temblaba,  y se bajó rápidamente. Mejor lo voy a
                  bajar a balazos exclamó, y empezó a tirarle, más como no le pegaba se subió al coro para apuntar de
                  frente,  pero tampoco ni él y ni sus compañeros lograron pegarle un sólo tiro,  y sin percatarse
                  siquiera del milagro que acababan de presenciar, se fueron al cuartel, con una garrafa de vino de
                  consagrar que  encontraron en la sacristía para seguir tomando. Después de años, unos albañiles que
                  andaban haciendo unas composturas encontraron muchas balas  incrustadas en el nicho atrás de la
                  imagen, pero sólo el caballo tenía dos balazos, uno en el pecho y otro en la punta de una oreja, más
                  el  santo  estaba  intacto,  y  ese  es  sólo  uno  de  los  muchos  milagros  que  Señor  Santiago  le  ha
                  dispensado a su pueblo.
                      La  lucha  armada  de  la  Revolución  continuó  con  más  efervescencia  trayendo  más  miseria  al
                  pueblo, ya que de ahí en adelante se intensificó aún más el bandidaje que hizo que la gente que
                  podía se refugiara en otros pueblos como  Comonfort, Empalme o Querétaro, sólo la gente más
                  pobre que no tenía a donde ir se quedó en  Neutla, que por ser un pueblo chico e indefenso padeció
                  toda clase de necesidades, pues  empezó a escasear de todo, como animales para carne, vestidos y
                  alimentos, ya que casi nadie sembraba, ya fuera por falta de yuntas o semilla, y en caso de que
                  pudieran sembrar algo, acontecía que les robaban la cosecha. Con el tiempo se les fue acabando la
                  ropa, la gente la traía toda remendada con parche sobre parche, las mujeres y las niñas andaban
                  descalzas; ya era raro encontrar una chiva o una gallina pues todas las vendieron o se las fueron
                  comiendo, si no es que se las robaban, después la gente empezó a comerse los burros y toda clase de
                  animales que podían cazar como tejones, tlacuaches, zorrillos, conejos y hasta ratas del campo, y no
                  se diga de toda clase de pájaros que podían matar con las hondas o resorteras, y decía la gente “ave
                  que vuela, a la cazuela”. El tiempo de lluvias era una bendición porque en el campo había nopales,
                  tunas, mezquites o quelites, pero en tiempo de secas empeoraba la situación y la gente comía raíces
                  y atole hecho con bolas rojas de pirul y tortillas de olotes molidos con algo de maíz, muy pocas
                  personas vivían con cierto desahogo, pero la mayoría andaba casi siempre con la panza vacía.


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