Page 14 - Boletin-8
P. 14
Dice un dicho, que la peste sigue siempre los rastros de la guerra, cosa que en este caso resultó
cierta, pues, casi al término de la Revolución sobrevino una epidemia que la gente conocía como “la
gripa”, que se puede decir que fue la que vino a poner fin a la lucha armada, pues era una
enfermedad contagiosa de la que pocos se aliviaban, que causó miles de muertes y en algunos casos
acabó con familias enteras, aunque debo aclarar que en Neutla no fue tan grave este padecimiento y
muchos neutlences que habían emigrado a otros lugares regresaron a su pueblo.
El fin de la Revolución es sólo un término relativo pues en realidad no cesaron las hostilidades ni
el bandidaje, ya que Neutla, al igual que muchos pueblos quedó sumergido en la miseria, sin
animales ni dinero para sembrar pero con mucha fortaleza para salir adelante por lo que muchos se
dedicaban a fabricar ollas y comales de barro y artículos de cantera para llevarlos a vender a otros
pueblos y de allá traían lo que aquí faltaba, como petates, sombreros, cobijas, rebozos, huaraches y
ropa para vestir a la gente que había quedado casi desnuda.
NOTAS:
[1] Archivo General de la Nación, Ramo Mercedes, Tomo II, expediente 351.
[2] Jiménez Moreno, Wigberto, Historia antigua de León, Imprenta Moderna y Fotograbado, León,
Guanajuato, 1932, p. 3
[3] Archivo General de la Nación, Ramo Mercedes, Tomo II, expediente 351.
[4] Archivo General de la Nación, Ramo Mercedes, Tomo II, expediente 351.
[5] Serrano Carrillo Manuel, Acarreo de indios otomíes a Tierra Adentro por el cacique don Pedro Martín de
Toro, año 1534. Impreso en el taller editorial del Instituto Tecnológico de Celaya, 2003, p. 20.
[6] Archivo Histórico Franciscano de Celaya, Provincia de Michoacán [AHFPM]
[7] José Villaseñor y Cervantes, “Informe del contador dado a las autoridades virreinales”.
[8] Libro de cuentas, Archivo Histórico Franciscano de Celaya, Provincia de Michoacán.
[9] González, Pedro, Geografía local del Estado de Guanajuato, Tipografía de la Escuela Industrial Militar,
1904, p. 386.
[10] El País, 22 de julio de 1912, p. 4.
14